martes, 25 de marzo de 2014

            ABSTRACCIONISMO PLASTICO
Ernesto Ríos Rocha
                                              Pintor
A principios del siglo XX, entre maestros y aprendices plásticos, vaticinaban el fin de la creatividad pictórica suponiendo que sólo había que seguir copiando sin hegemonía al renacimiento italiano y la antigüedad heleno románica por el genio y la destreza plástica, atribuida al realismo correspondiente y panteísta, según, insuperable.
Pues resulta que no falta quién siga inventando novedades y sepa a la vez demostrar que lo nuevo sigue siendo arte. Nació entonces el abstraccionismo. Una pintura que se desliga completamente de la realidad visual objetiva, con los mismos valores, tal vez de claroscuro, planos, volúmenes, forma y color; armónicos, pero en el subjetivismo.
Entró como parágrafo, pero cupo justo a la expectativa que necesitaba la crítica histórica estética del escritor artístiscovisual.
El abstraccionismo creó gran expectación polémica. El espectador no aceptó de principio y se mostró antónimo. Antes de esto, claro, el hombre ya abocetaba deformaciones y diabolismos que no pertenecían a la antigua formalidad y santidad de la fiel visión natural.
La época abstraccionista estuvo disuelta entre las corrientes compenetradas, cubistas, impresionistas y expresionistas, fouvistas entre otras; y la contemporaneidad como aún subsiste en la modernidad.
Hay que enseñar al espectador a observar y navegar en la imaginación, además de enterarlos de que los desproporcionados realismos también son difíciles de lograr, y más aún personificar la expresión de cada una de las figuras.  El abstraccionismo como un desahogo libre, elitista y sin demagogias es muy fuerte y válido cuando se desarrolla en el lapso de la inspiración, en unión de la académica o autodidáctica armonía entre formas, colores y técnicas.
La corriente abstracta ha sido además la llave de estilización que formó pintores que nunca hubiesen podido brotar en el realismo, y creadora dicha corriente también de un fraude de pintores y críticos que se escabullen protegidos por la ingenuidad artística del individuo actual; es decir, que un garabato plástico puede engañar, avalado por ciertos valores plásticos que con el tiempo fueron inventados por los críticos, a los que también con el tiempo ha descubierto como falsos el burro pintor.
“Pues resulta que al burro pintor le ataron un pincel en la cola y le acercaron paleta y bastidor.  De tal manera que el burro al mover la cola como lo hacía de costumbre llenaba el pincel de pintura e iba a manchar y salpicar el cuadro, en forma genial.  Una vez manchado, dicho cuadro fue expuesto junto con otras “geniales y famosas obras” en un museo reconocido mundialmente.  El coloquio de críticos, al recorrer las obras y deducirlas en valores, tuvieron que pararse ante el innovador e impresionante cuadro anónimo, porque era diferente a todos los demás.  Procedieron a engrandecer la obra por su originalidad, y dijeron que el autor de la obra era un genio de alto valor  y conocimiento plástico”.
Hablaban de un cuadro, que ni tuvo armonía dentro de un espacio, ni había sido pintado con la consciencia; si no con la cola.  Aunque una cola de burro sustituya con similitud el pelo de pincel y la veladura, suele ser un sofisma de la inventiva; porque una obra artística plástica, si no es creada con la inteligencia, si lo es con la inspiración y la sensibilidad; más no con la casualidad ni con la cola de un animal sin patrón sicológico.
Aunque parezco prolijo en antagonías, no por eso me excedo ni me limito a la verdad, puedo jactarme del conocimiento apriorístico.
En esas mismas épocas hubo pintores que especulaban que lo que en una pintura valía era la ingenuidad del individuo de intensiones puras sin influencia de ningún otro artista.  Abrieron varias escuelas de arte al aire libre, en la que podía ingresar cualquier persona, pequeños y grandes, que no tuvieron conocimientos plásticos en lo absoluto, porque se pretendía con ello, encontrar la originalidad y lo nunca antes pintado.  Según ellos lograron la ternura, la ingenuidad y la originalidad.  Tal vez lo lograron, pero, ¿Dónde se ha visto una buena expresión plástica en la que podamos lograr armonía, si no sabemos nada de técnica, de estilos o de corrientes? No es viable.
Hizo falta que dichos pintores hubiesen puesto a sus alumnos a ejecutar una melodía sin haber tocado nunca antes un instrumento musical, para darse cuenta de que antes de hacer una buena obra, hay que ser más tangible estudiando y practicando.


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